skip to main |
skip to sidebar
Me congelé. Quiero sol YA.
Lo exijo.
Basta de invierno, necesito solcito para alegrar mi día y sentarme en el sillón
para que me dé calorcito. Soy lo más friolenta que existe y no hay taza de
café, ni medias que me caliente desde hace tres días.
Ya no tolero la gangosidad de mi vos, ni la nariz tapada que provoca que se me
seque la garganta y el paladar como si hubiera una centrifugadora adentro de mi
boca que la deja seca.
Evidentemente este no es un invierno para mí, estamos enojados... o así parece.
¿Está mal que hace dos días lo único que hago es jugar
en el piso sobre una manta con Helena y Enko, que por cierto me dieron vuelta
toda la casa?
Cada vez que viene va dejando algún juguete nuevo. Y
si seguimos así, ya no hay estantes que aguanten, ni más Emilianas que corran a
Enkos para sacarle dichos juguetes.
Momentos de felicidad si los hay.
Otra vez con 39 y medio de
fiebre.
Parece mentira, pero últimamente las únicas veces en las que me paso por acá es
cuando estoy enferma.
Miento, si recapitulo, en realidad hace como diez días me senté a la mesa delante
de la notebook con las manos entre las piernas mirando la pantalla. Después de
media hora estaba en cero y sin haber tipiado ni un punto. No había palabras.
Hoy, y después de tres días de estar encerrada, saqué a Enko a dar una vuelta que
me estaba volviendo loca y lloraba paradito al lado de la puerta para salir.
Ahora estoy tapadita, adentro de la cama y con el chancho dormilón que ya
entregó el rosquete.