Ya conté en alguna que otra ocasión que desde que era muy chica Miranda se empeño en que hiciera todo tipo de actividades apartes de las que ya tenía en el colegio.
Mis días estaban diagramados por horarios y el resto de las cosas giraban en torno a eso.
Pasé por muchas etapas, desde actividades de desarrollo artístico hasta el deporte. Pero la que más odiaba de todas eran danza y piano.
Miranda era muy exigente con esas dos. Y el triple con piano ya que ella tocaba y no paraba de corregirme en todo momento.
Deje piano porque según mi parecer me hacia igual a ella, pero con danza a mediada que iba avanzando el tiempo me iba gustando cada vez más.
Años después Miranda se desligó completamente de mis actividades y era yo quien quería seguir.
Continué con las clases de danza y desde entonces no paré hasta el año pasado cuando de ensayar todos los días pasé a no ir nunca.
Pero hace ya varios días me encontré con una de mis antiguas profesoras y me propuso ensayar con ella ya que abrió un estudio en Caballito dirigido solamente para bailarines avanzados.
Primero me negué pero el jueves fui, y la verdad que fue maravilloso sentir que aunque sea por tres horas estás en otro mundo.
Que la cuenten como quieran
Hace 8 años