El domingo a la mañana se apareció Lucho en casa. Me sorprendió,
se suponía que tendrían que haber salido para San Isidro ya que iban a hacer un
asado allá, pero por otro lado me imaginé el porqué de la visita.
Se me mato de risa en la cara cuando vio la pinta que tenía cuando abrí la
puerta del edificio y después de agradecerle un tan lindo despertar lo invité
con un café.
- Te fuiste tempano anoche..
- Si. Estaba cansada. –me felicite por mi ocurrencia tan deplorable-
- Veo. Si te digo que espero a que te cambies y te prepares para que vengas que
me decís? –Ja-
- Almuerzo con Paul hoy –suspira y me sacude la cabeza-
- Qué hago me queres decir?
- Qué haces con qué?
- Con vos Ems.
- Sé a dónde va esto y no me está gustando Luchin –dije de la forma más grácil
que pude para que no presionara, me levanté de la mesa y fui hasta la cocina-
- Que te hagas la que no pasa nada no va a hacer que pase más rápido. Que vas a
hacer? No vas a venir a ningún asado ni ninguna juntada para evitarlo? –ok, de
nada sirvió mi buen tono porque arrancó con todo-
- No sé que queres que te conteste.. – me sentí como una nena chiquita acusa de
haber hecho alguna macana-
- Lo que vos quieras y te salga en este momento va a estar bien.
- No quiero verlo -simple-
- Eso sí que es nuevo…
- Y no creo que él quiera verme tampoco
- No digas cosas que no sabes
Me quede callada un rato y él vino a abrazarme.
- Sabes que él no se hubiera separado nunca
- Justamente, estaríamos dando vuelta en la misma calesita en la que estábamos desde
que nos conocemos. No es sano para ninguno de los dos estar en algo que nos
hace mal…
- Te hace mal estar con él? –no sé qué cara le habré puesto pero me abrazó otra
vez y me despeinó más de lo que ya estaba- Perdoname, no es tema mío. Lo único
que quiero es verlos bien a los dos porque los adoro. Es difícil pedir eso?
- No, no es difícil.