Eran alrededor de las once de la noche cuando me fui a acostar. Estaba sola, Cande había salido con Lucio que cumplían dos meses, y no tenía ganas de quedarme sentada en el living mirando la tele.
Obviamente no pude dormirme, y creo que en el fondo tampoco quería.
Fueron pasando los minutos y a las 11:56 sonó el portero.
Tardó en subir y un par de minutos después golpeó la puerta.
Cuando le abrí la puerta miró su reloj y después me dijo feliz cumpleaños dándome una bolsa con chocolates, cosa que hace cada año.
Estuvimos un rato en el living, hablábamos poco. Me pidió perdón por la pelea del martes y me dijo que no quería pelear. Le dije que yo tampoco pero no veía como evitarlo.
Al rato se acercó más a mí y terminamos besándonos. Y un rato más tarde, discutiendo, por lo que me fui a mi cuarto cerrando la puerta de un portazo.
Me acosté en mi cama mirando para el techo y poniendo atención a ver si escuchaba alguna señal de que se hubiera ido.
Después de unos minutos en silencio, contrariamente a irse, entró despacito a la habitación y se acostó a mi lado imitando mi posición.
Cruzó su mano derecha y me extendió un chocolate. Según él una “ofrenda de paz”.
Yo tenía un nudo en la garganta, y también notaba que él estaba raro, no como siempre.
- No estamos bien Fran…
- Ya lo sé.
Esas fueron nuestras últimas palabras esa noche, y después nos dormimos. Yo dentro de las sábanas abrazada a una almohada y él arriba del acolchado.
A la mañana, me despertó con el desayuno en la cama y me esperó a que me bañara.
A eso de las 10 am le dije que me tenía que ir. Me dijo que me alcanzaba, pero le dije que no.
Me dijo que almorzáramos juntos, pero le dije que iba a lo de papá.
- Pensé que ahora ibas para allá.. –dijo confundido-
- Voy a lo de Ana y de ahí me voy a lo de papá…
Bajamos juntos y cuando nos saludamos le di un beso en el cachete.
Él me agarró la cara y me besó largo y suave.
(…)
Salí de lo de Ana 11:30 pasadas y de ahí me fui a la casa de papá, donde me encontré a Miranda y Renzo.
Almorzamos todos juntos, Nora, papá, Renzo, Miranda y yo.
Fue algo extraño, hablaban entre ellos pero yo me sentía bastante rara para incluirme en la conversación.
En un momento hable con Franco y me dijo que sentía que me estaba perdiendo, le dije que no sabía que decirle, que hace rato estamos perdidos. Y quedamos que nos veíamos a la noche.
Para colmo, Miranda no tardó en empezar a hacerme preguntas respecto a Franco, cosa que sabía que iba a pasar.
Le dije que somos amigos como siempre y me dijo que estaba bien, que si no quería contarle que no lo hiciera. Pero que me cuidara.
El resto de la tarde la pase con Cande, hasta que llegó la hora de salir a festejar con los chicos.
Fuimos a un bar y traté de estar lo mejor que pude.
Estaba hablando por celular y cuando corto Franco me extiende una cajita.
- No hacia falta –dije agarrando la cajita-
- Te lo mereces….
Lo abrí y era un dije de un trébol de cuatro hojas. Siempre quise uno… y él se acordó.
Quería decirle algo además de gracias, quería decirle algo pero no pude.
La noche siguió, cruzamos miradas miles de veces y pensaba que su mirada escondía tantas cosas como la mía.
Pensé en hablar con él… en decirle lo que siento más allá de lo que él haga o deje de hacer.
Pero dijo que se iba.. saludó a todos y por último a mí.
Me volvió a decir feliz cumpleaños, me abrasó y me dio un beso en el cachete.
…Me sentí rara. Me siento rara. No sé específicamente que siento pero creo que alejarnos es lo mejor. Si no podemos hablar y no podemos ser sinceros, lo mínimo que tenemos que hacer es tratar de estar como estemos, sin hacernos lastimarnos.
Pero eso no evita que de alguna manera me duela.
Que la cuenten como quieran
Hace 8 años